Búlder: El Origen de la Escalada

Búlder: El Origen de la Escalada

30/03/2024

Búlder: El Origen de la Escalada

Desde nuestra infancia, todos hemos practicado búlder. Antes de aprender a caminar, cuando comenzamos a gatear, ya estamos trepando todo lo que encontramos a nuestro paso: muebles, sillas, sofás, incluso nuestros padres. Esta actividad nos permite comprender nuestra capacidad física para alcanzar alturas y cómo podemos avanzar gracias al esfuerzo y la experimentación.

Hoy en día, esta práctica simple nos permite experimentar las mismas sensaciones y comprender cómo algo que parece prácticamente imposible se puede lograr si comprendemos cómo controlar el cuerpo y la mente para subir a lugares que a priori parecían inaccesibles.

El búlder está creciendo a pasos agigantados. El aumento de salas de búlder, rocódromos en los parques, paneles con presas en los columpios de los niños y, sobre todo, la simplicidad de su práctica, lo están convirtiendo en un deporte de moda. Es difícil saber con exactitud cuándo se empezó a practicar esta disciplina, pero seguramente se practica desde siempre de forma no profesional, ya que todos los seres humanos la hemos probado en alguna ocasión durante nuestra vida.

La filosofía o estilo de vida de los bloqueros no solo consiste en abrir bloques o resolver los problemas expuestos por otros, sino que incluye rodearse de personas de todas las partes del mundo con inquietudes similares y viajar a lugares increíbles y muy diferentes unos de otros: bosques, selvas, desiertos, playas, etc. En ocasiones, te ves rodeado de personas de distintos lugares y que hablan otros idiomas haciendo lo mismo que tú, resolviendo el mismo problema o aprendiendo del que tienen al lado. Ves cómo él entra en total armonía con el bloque, mientras tú hasta ese momento no tenías la capacidad de ver cómo resolverlo. Imitando los movimientos aprendidos de tu compañero, comprendes que lo imposible es posible y que habéis hablado el mismo idioma.

Material para su Práctica

Para practicar búlder, se necesita unos pies de gato que sean lo más apretados posible y que tengan algún tipo de tensor o protector en la talonera, ya que en la práctica del búlder se talonea mucho. También es necesario una bolsa de magnesio con un buen cierre para no manchar todo. Utiliza el magnesio justo para mantener las manos secas de sudor y humedad, el resto solo sirve para manchar la roca.

No es muy frecuente utilizar casco entre los bloqueros, pero en zonas donde la recepción está llena de rocas es muy recomendable, y en niños debería de ser obligatorio ya que aún no tienen el cráneo formado y es demasiado blando para recibir cualquier impacto en la cabeza.

Para las caídas se emplean colchonetas (crashpad) de distintas densidades, de manera que dependiendo de la altura del bloque pondremos una o varias para amortiguar la caída. Hay distintos modelos y tamaños, pero siempre es importante asegurarse de que sean cómodas de transportar. Por cierto, estas colchonetas son comodísimas para dormir. Hay zonas de búlder donde se emplea como medio de absorción de la caída la arena de playa.

Otro elemento usado es el cepillo. Estos se usan para la limpieza de bloques y tienen que ser de cerdas blandas, ya que si empleamos uno con las cerdas de metal podemos agrandar la regleta del bloque. Si tus pretensiones son escalar bloques ya replanteados, con un cepillo de dientes viejo será suficiente.

El Bloque y el Búlder

En ocasiones, elegimos un bloque porque nos llama la atención, observamos las distintas secuencias de movimientos posibles para poder llegar a su cumbre y nos imaginamos haciéndolo. Estas secuencias de movimientos a veces son posibles de forma clara, otras necesitan de alguna modificación y en algunas ocasiones incluso nos sorprendemos de los cambios sobre la marcha tras encontrar un nuevo agarre o forma de colocarnos para ascender. También se puede dar el caso de que se elijan los bloques por su secuencia de movimientos tras ver a otro escalador, entonces el bloque pasa a un segundo plano hasta que nos enfrentamos a él. Ver cómo otro escalador resuelve los movimientos en total armonía con el bloque, cómo ha encontrado su equilibrio en esa mini regleta y cómo lo ha superado, nos hace vernos a nosotros intentándolo de igual manera o parecida. La escena pasa a ser un enfrentamiento entre gladiadores que pelean consigo mismo.

El Grupo

Cuando se va a hacer búlder, lo habitual es ir en grupo, donde todos los bloqueros forman parte del búlder. Todos limpian el bloque, buscan la mejor manera de resolverlo, analizan las posibles caídas para protegerlas con las colchonetas y las rocas de alrededor, etc. Una vez que comienza a moverse el escalador, todos actúan como porteros de una posible caída, intentando evitar que el escalador caiga fuera de las colchonetas, se golpee con alguna roca o caiga descontroladamente. Proteger al escalador también implica una seguridad dinámica, moviendo las colchonetas en caso necesario y evitando los huecos entre las mismas. Practicar en grupo hace que todo sea más interesante ya que te permite ver la capacidad individual de cada uno enfrentándose al bloque para así aprender secuencias distintas de movimientos y enriquecer nuestra técnica gestual. Conviene analizar la bajada del bloque, que no siempre es lo más fácil y en ocasiones te ves obligado a saltar en una montaña de colchonetas con todos tus amigos alrededor mirándote sonrientes con cara de “vamos que no es para tanto” mientras tú te encuentras a cinco metros del suelo.

Confianza

A mi modo de entender, el búlder es un juego de confianza. Tienes que confiar en ti, confiar en el lugar que te rodea y confiar en tus compañeros que te están protegiendo de los peligros de la caída. Esto hace que te dejes llevar por lo que estás haciendo sin pensar en otra cosa y así recibir el regalo de encadenar una secuencia de movimientos en total armonía hasta llegar a lo más alto del bloque. Si no confías en ti, o en tus compañeros, aparecerán las voces internas de cada uno, que intentan convencerte de que no puedes, de que tus compañeros no te van a proteger en caso de caída, o de que la salida del bloque está demasiado alta. Entonces empezarás a hacer más caso a los miedos que a intentar escalar el bloque, lo que te impedirá concentrarte en lo que estás haciendo de manera que te será imposible encadenar y asimilar el bloque.

Confiar en uno mismo requiere de tiempo y práctica, empezando poco a poco con bloques sencillos donde te encuentres a gusto y donde una posible caída te preocupe poco, hasta que llegue el momento y estés dispuesto a probar un búlder de mayor dificultad y altura. A su vez también empezarás a confiar en tus compañeros cada vez que te caigas y ellos te protejan de la caída. Si esto no ocurriera así, o cambias de compañeros o les avisas para que estén más atentos. Es un deporte seguro cuando todos participan en él. Escalar solo requiere de una mayor confianza en uno mismo y si bien es cierto que no sufriremos distracciones, también lo es que sin los ejemplos de los otros escaladores, y su ayuda en las caídas, no sería lo mismo.

Creer en la Fuerza

Todos los escaladores que conozco poseemos una fuerza física superior a los desafíos atléticos que nos presentan los búlders. A medida que practicamos, aumentamos nuestra fuerza física y mejoramos nuestras habilidades como escaladores. Tenemos el potencial suficiente para confiar en esa fuerza física y comenzar a trabajar en otras capacidades que, combinadas con la fuerza, nos darán excelentes resultados.

La fuerza mental suficiente para creer en nosotros mismos nos ayuda a arriesgarnos en pasos complicados, sin saber realmente si seremos capaces de realizar el paso y crecer un poco más. Si no arriesgamos algo, no avanzaremos al siguiente nivel y nos quedaremos estancados. Por lo tanto, debemos seguir probando y escuchando a nuestro cuerpo, ya que este sí entiende de equilibrio y fuerza, y nos facilitará la solución con un pequeño cambio.

Entrenamiento

Para mejorar, es necesario escalar de manera continua, ya sea en roca o en rocódromo. Debemos tener claro que no sirve de nada hacer mucho ejercicio físico si no se escala. La escalada es el propio entrenamiento físico del cuerpo, moldeándolo según las necesidades como escalador, trabajando no solo movimientos pocos y muy explosivos, sino también travesías largas de vez en cuando.

Es importante trabajar los grupos antagonistas a los músculos más desarrollados por la actividad de la escalada, como el pecho, mediante flexiones, los tríceps, etc. Trabajar el hombro nos evitará lesiones futuras, especialmente en los lances. Recuerda estirar y devolver los músculos a su estado inicial para evitar acortamientos y futuras lesiones o desgarros en las fibras musculares. Una buena rutina de ejercicios y estiramientos diarios te permitirá estar siempre en forma, evitando dolencias y aumentando la satisfacción de sentirte bien.

La Graduación del Búlder

Como todas las disciplinas que encontramos en la escalada, el búlder también tiene una graduación propia, igual en nomenclatura (IV, V, VI, VII, VIII, etc.) que la escalada en pared, pero diferente en cuanto al esfuerzo. Es decir, un “VII” en una vía de deportiva no es igual que en bloque, ya que este último necesita más intentos hasta su encadenamiento.

Para graduar bloques, es necesario que antes escalemos muchos bloques en lugares diferentes y sobre distintos tipos de roca, aunque aún así es difícil graduar con exactitud, por lo que es recomendable que otros escaladores lo vean y den su opinión al respecto. Y aunque la exactitud absoluta no existe para algo tan complejo como la graduación, sí existe la experiencia y el sentido común para no entrar en la crítica de los demás. Siempre estará tu graduación, la de los demás y luego la realidad.

 

 

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